LOS DEBATES
PROVINCIALISTAS SOBRE EL BIERZO EN EL SIGLO XIX,
Por Xabier Lago
Mestre,
Colectivo Cultural Fala Ceibe do Bierzo.
www.bierzofree.blogspot.com
falaceibe@yahoo.es
La existencia de
la provincia de Vilafranca do Bierzo nos trae gratos recuerdos a todos y todas,
pero también dos negativos: su supresión y las disputas por la capitalidad. En
este último sentido, el debate social llega hasta tal punto de frustración que
se concluye que en gran parte la pérdida de la citada provincia se debió a las
diferencias entre Vilafranca y Ponferrada por su capitalidad. Esta autoculpa
colectiva oculta las fundamentales razones de la derogación de la provincia
liberal de O Bierzo, las cuales poco o nada tuvieron que ver con las
discrepancias internas por la capitalidad.
Desde
luego que las dos villas del Burbia y del Sil disputaron por la consecución de
la capitalidad provincial ante las Cortes a principios del siglo XIX. Ambas poblaciones
buscaron apoyo en los parlamentarios; el gallego Estanislao Peñafiel apostó por
Ponferrada, por ser más accesible a Valdeorras y O Bolo, mientras que el Sr.
Subercase alegó “mucho mayores sin comparación los vínculos de amistad,
parentesco e intereses que unen a los de Valdeorras con Villafranca que con
Ponferrada (Diario Sesiones Cortes, 15 de octubre de 1821). Pero en este debate
territorial participaron también el resto de las poblaciones bercianas. Así los
concellos más próximos a Vilafranca defendieron la capitalidad de ésta, casos
de Valboa, Barxas, Corullón, Trabadelo, A Veiga de Valcarce. Por la otra parte,
los concellos de Barrios de Salas, Bembibre, Camponaraia, Columbrianos,
Molinaseca, Priaranza, etc. querían la capitalidad provincial para Ponferrada.
Respecto a las comarcas periféricas de la región berciana, A Cabreira apoyaba a
Ponferrada. Los concellos de la medieval merindad de
Aguiar se inclinaban por Vilafranca, por sus vinculaciones económicas y
judiciales con el marquesado. El diputado leonés, Benito Lobato “era
partidario de dejar para Ourense una parte del Bierzo con tal de mantener la
mayor porción con León (…)” (J. Burgueño Rivero, 1995). Sin embargo pueblos del
concello de Ribas del Sil (Salientes, Salentinos y Valseco) querían su
inclusión en la provincia de León. El Sr. Sierra y Pambley, con el resto de
diputados leoneses, defendieron el mantenimiento de Laciana en la provincia
leonesa, “si bien no les es muy fácil bajar a la capital de León, les es
absolutamente imposible ir a la de la nueva provincia del Vierzo porque median
por esta parte montañas y caminos inaccesibles (…)” (Diputación de León, Actas,
16 de junio de 1821). En un principio se pretendía integrar en la provincia de
O Bierzo a todas las comarcas de la región del río Sil.
Más conflictiva
fue la inclusión de los pueblos de Valdeorras en O Bierzo pues también aquí
había división, O Barco apostaba por ser de Ourense, no así A Rúa e Freixido
que se declararon por la provincia berciana. Concellos gallegos de la antigua meridad de Aguiar pidieron su
inclusión en Ourense, A Veiga de Cascallana, Robledo, O Porto e O Real, Barrio
e Castelo y Leria (DSC 13 de abril de 1821). El diputado Antonio
Valcarce proponía la inclusión en Vilafranca del valle de Quiroga y las
comarcas de Trives e O Bolo. Pero los
diputados gallegos mostraron su
oposición a la segregación de tierras de Galicia. El Sr. Xosé Moscoso afirmó
que “un gallego, por más que se le diga que pertenece de ahora en adelante a la
provincia del Vierzo, siempre será gallego, pues lo que principalmente
distingue las provincias es el dialecto
que se habla en cada una de ellas” (Diario Sesiones Cortes, 2 de octubre de 1821). Desde luego este diputado
gallego desconocía que en O Bierzo también tenía el gallego como idioma propio
En la primera parte de este
artículo analizamos los debates parlamentarios sobre la Provincia de Vilafranca
do Bierzo, referidos a dos temas conflictivos. Son las disputas entre
Ponferrada y Vilafranca por la capitalidad y, posteriormente, los límites
geográficos del nuevo territorio provincial. Insistimos en aquel momento esos
debates fueron secundarios a la hora de fundamentar la supresión definitiva de
la Provincia de Vilafranca do Bierzo. En contra de la opinión popular y de los
historiadores locales, defendemos que fueron otras las causas principales que
determinaron la decisión política de acabar con nuestra Provincia. Cuando se
investigan estas cuestiones, primando en exceso la referencia local, acontece
que se pierde la perspectiva de conjunto, en este caso a nivel general o
estatal.
Los
liberales de comienzos del siglo XIX pretendían romper lazos con el Antiguo
Régimen atacando sus instituciones. La nueva ordenación territorial que
proponían buscaba acabar con la distribución de los antiguos reinos. En este
debate confrontaron claramente los diputados liberales con los absolutistas. El
liberal Muñoz Torrero, vinculado con O Bierzo, defendía “que es menester que
nos hagamos cargo que todas estas divisiones de provincias deben desaparecer
(…)”. También el Presidente de la comisión provincial, Sr. Clemencín, indicaba
“que convenía oponerse y combatir oblicuamente el provincialismo (…)”. Por supuesto, estas referencias provinciales
coincidían con la existencia de los reinos clásicos.
La
Provincia de O Bierzo tenía ya una amplia trayectoria institucional. Desde
fines del siglo XV constatamos su existencia, y se percibe como tal a lo largo
de toda la Edad Moderna. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se debate la
creación de la Provincia de Vilafranca. El provincialismo berciano estaba
asentado en la conciencia territorial colectiva de manera secular. En parte el ataque liberal al provincialismo,
fundamentado en los reinos, cuestionó la existencia de la Provincia berciana
por ser una institución proveniente del Antiguo Régimen. De ahí los diputados
tengan “que reconocer que se dan infinitos vestigios de esto que se llama
provincialismo, que se opone a la unidad del imperio y la felicidad del común
(…)” (Diego Clemencín en las Cortes, en
sesión de 6 de octubre de 1821).
Una
forma más de atacar el provincialismo es eliminando el nombre originario de
esas instituciones. El diputado Alejandro Dolarea debate sobre esta postura,
“se dirá que así (eliminando los antiguos nombres) se consigue desterrar el
provincialismo, pero aun dado que se logre por un momento, dentro de poco
tendremos el mismo provincialismo por la nueva nomenclatura (…)”, y presagiaba
“¿qué confusión histórica no traerá esta mudanza; y qué rivalidad entre las
mismas provincias que ahora se crean?” (Diario de Sesiones de Cortes, octubre
de 1821). En el caso de la Provincia de Vilafranca do Bierzo, se optó
erróneamente por eliminar el nombre histórico de Provincia de O Bierzo. Algunos
diputados, F. Sierra Pambley, A. Valcarce, J. M. Couto y J. Subercase,
defendieron la denominación histórica de O Bierzo ante la Comisión, “pero
habiendo sido siempre conocido el distrito de que se forma por el uso y común
(aceptación) de los pueblos con el nombre de Provincia del Vierzo desde tiempo
inmemorial, desearían se le continuase (…)” (Diputación Provincial de León,
junio de 1821). La cuestión de fondo de esta obligada supresión de las
denominaciones tradicionales era la pretensión de fomentar el uniformismo
nacional que se trataba imponer.
El
ataque a los antiguos reinos, durante el Trienio Liberal, también se realiza
alterando sus límites históricos. El reino de Galiza desaparece como tal, su
división interna tradicional queda reducida a cuatro provincias, y sus límites
son modificados pues las comarcas de Os Oscos y Eonaviega pasan a Lugo, O
Padornelo del partido de Sanabria se incorpora a Ourense y Valdeorras queda
para la Provincia de O Bierzo. La justificación de esta última agregación la
tenemos en las palabras del Sr. Clemencín, “porque sobraba población para la
formación de las provincias de Galicia y faltaba para la del Bierzo (…)” (DSC.
2 de octubre de 1821). Tras esta peculiar incorporación de Valdeorras, la
Provincia de Vilafranca pasa a tener 86.385 habitantes. A pesar de la escasa
población, el diputado Mariano Villa reclama la existencia de provincias
pequeñas en las zonas de montaña, “para que las provincias situadas sobre un
terreno estéril y escabroso consigan alguna comodidad, es necesario dejarlas
reducidas a menor población, como sucede a la del Vierzo, situada entre
montañas de primer orden” (DSC, 1 de octubre de 1821).
A
pesar del anexionismo territorial de Valdeorras, nuestra provincia sigue siendo
de las más pequeñas. Los diputados contrarios a la creación de las provincias
pequeñas exigían cumplir con el requisito de una cantidad mínima población.
Entre ellos encontramos al diputado leonés, Sr. Lobato, y al gallego, Sr.
Moscoso, que pedía un mínimo demográfico de 250.000 habitantes. En otras
ocasiones se pidió en la comisión un tope de 180.000 personas. Ambas propuestas
de cantidades mínimas impedían la creación de la Provincia de O Bierzo, las
cuales no fueron finalmente aprobadas.
Durante el Trienio Liberal se
alteran las provincias en base al criterio demográfico, pero también según el
criterio orográfico. Por lo que se refiere a la Provincia de O Bierzo, se alega
para su creación que “se halla rodeada de montañas que la aíslan y naturalmente
la constituyen en un estado de provincia. Gran parte de los habitantes viven
muchos meses del año como en un mundo aparte, y no sería justo abandonarlos,
olvidar su comodidad y privarles de los medios de gobernarse en su mismo
circuito (…)” (Diego Clemencín, DSC, 2 de octubre de 1821). Incluso se tienen
en cuenta las difíciles condiciones climáticas que soporta O Bierzo en
invierno, “se ha formado, con el valle de Valdeorras, la de Ponferrada, que
aunque pequeña, necesaria por hallarse el país que lo compone todo cerrado, con
puertos intransitables mucha parte del año, conformidad de costumbres y
producciones (…)” (Propuesta de Ley que el Rey hace a las Cortes sobre la
división territorial de la Península, 1821). La especificidad orográfica de O
Bierzo favorece la creación de la Provincia.
La creación final de las 52 provincias españolas, entre ellas la de
Vilafranca do Bierzo, fue cuestionada por su excesivo número. Los ataques a la
nueva división provincial se centraron en las pequeñas, en base a varias
razones, por “en primer lugar, perjudiciales, en segundo, anti-económicas, y en
tercero, anti-políticas (…)” (Sr. Antonio Ramonet, DSC. de 6 de octubre de
1821). Por otra parte, el Sr. Javier de Burgos, desde su periódico ya anunciaba
una división alternativa en 40 provincias para lograr “este ahorro de dos
millones fijos (…)” (El Imparcial, 2 de octubre de 1823).
Javier de Burgos, el autor de la futura división provincial de España,
aprobada definitivamente en 1833, había argumentado contra la Provincia de
Vilafranca en 1821. Así escribió que “ya hemos dicho que no es ni conveniente
ni económico hacer una provincia de poco más de 80.000 almas, como sucedería
con la del Vierzo, si llegase a formarse. (…) Menos malo sería en tal caso
erigir en capital a Astorga, con lo cual resultaría una ventaja siquiera al
valle del Vierzo, cuyos habitantes no tendrían que ir hasta León para sus
negocios (…)”. Los criterios económico y centralista están muy presentes en su
peculiar planificación territorial. También alega los criterios demográficos,
para unir forzosamente a la población dentro de unos mismos límites
administrativos, “pero lo mejor sería sin duda reunir en una las dos provincias
que se proponen de León y del Vierzo, que juntas no pasarían de 270.000 almas”.
Añadimos a lo dicho los criterios orográficos, para unir León y O Bierzo, “y en
el caso de estimarse necesario, en atención a que la superficie de este
territorio pasaría de 600 leguas cuadradas (…)”.
En el peor de los casos, tras la pérdida de la provincia de O Bierzo,
Javier de Burgos propone “establecer un gobierno político subalterno en
Astorga, y si se quería absolutamente trasladarlo al Vierzo, ponerlo en
Ponferrada, que tiene indudablemente mejor situación que Villafranca (…)” (El
Imparcial, 4 de octubre de 1821). Esta concreta propuesta de desconcentración
del poder político en Ponferrada jamás se ejecutó. En fin, con Javier de Burgos
nos quedamos sin la Provincia de O Bierzo y sin el gobierno político subalterno
en Ponferrada, primando el centralismo leonés sobre los intereses bercianos. En
la supresión de nuestra Provincia no se tuvo en cuenta su presencia secular, ya
que se pretendía romper con los condicionantes históricos del Antiguo Régimen.
Pero la Provincia berciana generó una
conciencia territorial colectiva, alternativa a la forzada identidad
provincial leonesa, que ha pervivido hasta la actualidad.